Catarsis del planeta

Un extraño furor nos mueve, seres humanos,
a través del paisaje y de los siglos
y desgarra este planeta maldito.
La verdad habita en vertederos,
el hombre alimenta a su asesino,
matamos en nombre de profetas antiguos.
Esa es, al menos, la conclusión que sacamos
cuando vemos la tele o leemos las noticias.
No parece que haya esperanza
en este mar de sangre y de ternura,

pero quizás esa sea una visión negativa del mundo
y las cosas vayan a mejor en el futuro.
Eso nos dicen los que saben de esto:
Que no hay que sacar las cosas de quicio,
se trata de pagar un peaje, el precio justo
para garantizar el progreso y llegar al futuro.
Que aún es posible hallar anhelos puros,
gente educada, verdaderos caballeros,
paraísos, causas que valen la pena,
gente con valores que lucha por los demás…
Que no hay que fiarse de las vísceras
porque el corazón, ya se sabe, nos traiciona.
Que la informática resolverá los problemas,
el ADN permitirá recrear animales extintos,
el lobo marsupial, el mamut, el dodo…
Que podemos convivir con el planeta, blablá,
que no hay que ser pesimistas ni agoreros,
que el equilibrio es posible.
Ese es el discurso, pero no sé.
Para saberlo habría que ser un visionario,
con ojo perspicaz como los profetas antiguos,
o retroceder hasta antes del Big Bang,
como quien proyecta una película hacia atrás,
averiguar qué hubo antes de que hubiera nada.

(De "Ordalías del nuevo ciudadano")