Aquella rosa
Caminando hacia casa la vi,
aquella rosa azul era única, diferente, hermosa,
crecía sola al fondo de un jardín,
marginada por ser distinta de todas las demás rosas.
Todos quienes por allí pasaban
se detenían y maravillaban con su belleza,
mas nadie nunca se atrevió siquiera a tocarla,
pues tenía tantas espinas,
que matarían a quien quisiese arrancarla.
M
tan diferente e incomprendida por la gente,
que pedía a gritos nada más un poco de comprensión,
y el amor que cualquier persona pudiese brindarle.
Me arriesgué por aquel amor,
aún sabiendo que era imposible.
Y poco a poco fui traspasando sus espinas,
intentando alcanzar su corazón,
pero, a medida que el tiempo pasaba,
solo conseguía hacerme más daño yo.
Amé a esa rosa con todo mi corazón,
amor dañino, donde solo yo intentaba,
pues ella sus espinas en ningún momento aflojaba.
El ser distinta te hacía especial
pero tu ego ganó esta batalla,
no llores después cuando no tengas a nadie,
tú sabes bien que lo intenté
y que a pesar de todo por siempre te amaré.
Conoce más del autor de "Aquella rosa"