ANOCHE SOÑÉ CON LAURA

2020 Ago 16
Poema Escrito por
Jorge Loyola

Estaba algo oscuro, no había viento, ni un perfume y creo que tampoco algún sonido conocido; solo estaba caminando por esa calle que ya conocía y a lo lejos, una figura dibujada sobre un fondo de luz blanca, como si estuviera parada delante de una vidriera iluminada, o algo así,
No veía su rostro, pero la figura se me hacía conocida, “es ella “me repetía a mí mismo es ella, el corazón se me ablandó y volví a sentir ese cosquilleo que sentía a los veinte años, cuando la veía.
Cuando llegue a su lado, la luz le ilumino el rostro y ahí estaba su sonrisa, su boca, de la que tanto se quejaba porque decía que era demasiado grande, pero que a mí me encantaba porque siempre estaba sonriente y sus labios; ah, esos labios. Su vestido blanco con su falda que volaba suavemente.
Me vio y caminó unos pasos hacia mí, extendí los brazos y la abrasé lo más fuerte que pude, sentí lo tibio e su cuerpo y no supe bien lo que dijo pero su voz me apretó el corazón como un puño y me lo dejó blandito.
De pronto, empezó a irse; como a diluirse, todo se iba yendo, las luces el vestido, su sonrisa todo se diluía, me di cuenta que me estaba despertando, no quería abrir los ojos, quería abrazarla más fuerte para quedarme ahí, pero todo se fue, me quedé con los ojos cerrados y con el alma, abierta.
Deben haber sido como las cuatro de la mañana, a esa hora mi cuerpo me despierta siempre; me levanté de la cama, descalzo caminé a oscuras hasta el baño, cuando salía me miré en el espejo y comprobé que los años que pasaron dejaron un montón de huellas, más allá de mis ojeras y mi poco pelo todo parado; un puñado de arrugas en mi frente y mis patillas y barba emblanquecidas por las canas, un dolor casi permanente en la espalda. Mientras estaba ahí, parado suspirando por la juventud perdida; una bola gigante de pelo negro empujó la puerta y comenzó a refregarse por mis piernas mientras maullaba, primero casi ronroneando y después ya aumentando el volumen para que por favor le diera de comer.
En la cocina le llene el plato de comida a la bola de pelos, yo me serví un vaso con agua y saqué de la heladera una última porción de pizza. Ahí nos quedamos, yo pensando en aquella sonrisa que se quedó allá lejos, en Kilómetros de rieles que ya ni siquiera están más y lejos en el tiempo; y la bola, la bola con la cabeza hundida en el plato de wiscas, ya había conseguido lo que quería y ahora me daba la espalda.
No sé cuánto estuve sentado allí, miré la casa, la luz de la cocina iluminaba la escalera que lleva hasta los dormitorios allí están mis hijos y Beatriz, ¿Qué pensaría ella si se enterara que hace un rato abrazándola mientras dormía, soñaba que abrazaba a otra mujer?
Terminé mi piZza y me tome el agua; apagué las luces y en la oscuridad subí la escalera, me metí en la cama, abrasé a mi esposa; estaba tibia como siempre, le dije en el oído que la amo mucho, creo que me escucho porque me tomo la mano para que la abrazara más fuerte mientras se acurrucaba un poco más, y pensé en lo mucho que la amo, mientras, cerraba los ojos con la esperanza de seguir soñando con Laura.

2020 Ago 16

Jorge Loyola
Desde 2016 Oct 16

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