Anfibios recuerdos.
Mi pasado tiene nombres, rostros,
el pasado está lleno de palabras al aire y de brisas de otros sitios,
como se describe el pasado si no es la formación de un futuro,
Puede hablar el pasado sobre mi?
o es mejor hablar de él antes de que acabe conmigo?
tres y treinta y dos de la tarde del tres de enero de 2023, no sé que signifique, ni cuanto he aprendido hasta hoy, ni cuanto me quedé por aprender.
Recuerdos en fotos, las mejores fotos, las más cursis, es lo que queda de mi pasado.
Mi mamá apoyandome y mi papá muerto debido al cancer, mis hermanos creciendo en sus etapas.
No sé quien soy aún trato de conocerme, pero no quiero volver a las pinturas negras,
ni a las tardes en degradé sobre una memoria de arboles frutales, museos, cines, teatros, restaurantes, escaleras, ceniceros, bares, cervezas produciendo otro sentimiento en mi y todas los pensamientos en decadencia tal como los nueve circulos del infierno de Dante.
Latidos sumergidos sobre aguas de rios sin sol, con olores a otros cuerpos y memorias de lo que ha sido el amor hasta hoy.
Perdono todo acto de inhumanidad hacia mi, los días que quedaron en lagrimas, noches de insomnio es todo lo que se me atora en la garganta cuando pienso en lo que ha quedado sembrado de la raiz de la incertidumbre, la injusticia de a lo que le llamé amor a la pestilencia del abandono luego de jugar con el tiempo y con el espacio junto a otra persona.
Pies abarrotados de la alegria de aquellos días blanquecinos y tibios,
la rebeldia de hacer todo lo que la mente conjurará, para terminar pixeleando todo eso en amargos tragos de ron, vodka o lo que fuera a nublarme la conciencia que me debilitan los días en soledad, en perpetua soledad.
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