Al arte de seguir a la manada.
Se aumenta el número de tragedias a medida que nos cae el tiempo, esas silenciosas bestias que paulatinamente apagan tu corazón carcomiendo de adentro hacia afuera.
La multitud de fieras taladra las decisiones, castiga el punto de vista, somete la libertad, la decencia colectiva es liquidada por marcar tus errores, pero en los demás.
Los sueños ya están ocupados por otros, murmaran todas las cautas caras deformadas por el olvido de una pasión, que le otorgó el decreto de sus palabras vencidas por elogio de la manada a su conformismo.
El que diverge ante el titanico movimiento que busca amordazar nuestra búsqueda del infinito, sera exiliado de la aceptación de la tribu que complace con la sonrisa pero hostiga con la culpa de la diferencia de raciocinio.
Se satisface la necesidad del pensamiento con dádivas que le dan peso muerto a cada presencia y escuchando el sofocante discurso del progreso de maquinas que escriben el punto final al espíritu individual.
Y
Cuando las cadenas herrumbradas ya llegan al colapso con la conciencia ya es demasiado tarde para buscar aquel enfurruñado deseo de vida, ahora estás disfrutando del arte de seguir a la manada.
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