Unas palabras para la noche

Si hoy me rompo la garganta cantando, gritando el himno del desamor. Es porque dentro del tiempo que pasa me tomo un tren al regocijo del invierno en tus brazos.
A la cama incendiada, a las piernas cruzadas y a los pelos enredados.
Que si te extraño? No, no lo hago. Pero si pienso que hubiera sido, que hubiera sido amanecer con vos, otro otoño con vos, recorrer el mundo con vos. Animarme al despojo tanto como de la ropa como de todo lo que nos arropa sin ser explícitamente de algodón.
Dame tu mano y vamos a patear por el mundo, Pero está vez dejemos el ego en la vereda, soplemos las velas con el deseo de amarnos hasta la profundidad del invierno frío y borracho, whisky barato ya no. Pero besos baratos, de esos que te encuentran en una esquina, en un bar o a las apuradas, de esos muchos. De las lecturas en la cama, en el parque o porque no en un restaurante.
Que sublime imaginar lo bello de algo que nunca fue, como el deseo permanente de que ojalá hubiera sido. No sé si hubiera sido feliz. Ni vos tampoco, es solo una idea vaga dentro del tiempo. De cuando la noche se hace madrugada y la madrugada ojeras y las ojeras, vida.
Mon dice que se bancaba la falta de querer, pero se que acá esa no fue la disputa, si no más bien el furor de las emociones sin remedios ni medicinas. Te daría algún yuyo para adormecer tu estupidez, pero ni si quiera quiero cruzarte. No más que dedicarte unas palabras por haberme dejado amar tan inmensamente hasta este olvido perro que cada tanto sube como marea a mi cuello y me ahoga de otoños, y poemas, de frío, de rayos de sol en la cara. Y de esos hermosos besos baratos, que son los únicos que sabes dar.