Una hipótesis de mil piezas

Me pregunto, ¿qué te agobia hoy?, ¿qué cuentas como imposibles?, ¿cuántas y de que calibres son tus miserias?, ¿cuán lejos has quedado de los momentos felices después del estadillo en pedazos de nuestra gloria pequeña?, todas estas cuestiones se agolpan y se dispersan a modo de de rompecabezas, en una hipótesis de mil piezas, mientras te figuro sorteando la calima de la ciudad, ensordecido por el ruido de los autos y tu cariz taciturno asomado a la ventana de un tren atiborrado de almas , ignorando este sufrimiento que merezco, talvez.
Me digo, que ante lo inevitable, lo inequívoco es el camino de la resignación, tengo certeza de no amarte, pero no atino a saber porque significas tanto vacío, fuiste paz, desafuero, desafío, ocaso, sumaste tantos amaneceres de compañía al punto de anularme con tu ausencia, la soledad se ha tornado somática.
He documentado tus errores, los silencios incómodos, todo aquello que se convirtió en epicentro de la amargura, la robustez de las ofensas, la capacidad de evadir y herir durante el escape, en honor a la objetividad debo admitir que instabas a la devoción con el brillo de tus ojos canela, te convertiste en olor a café recién molido que se siente hogar.
Concluyo, que preguntarme por tu suerte es el modo más efectivo para dilapidar las horas, que mi hipótesis de mil piezas se resume en una palabra, absurdo.

Conoce más del autor de "Una hipótesis de mil piezas"