Sin decir adiós
Vamos rápidamente cogidos de la mano,
para saltar unidos a la piscina,
para no tener que buscarnos cuando ya estemos bajo la superficie,
para no tener que ser encontrados el uno por el otro.
Sin miedo huimos del viento,
de la grava y la gravedad,
somos tragados por las burbujas y la bruma fresca.
Segundos de imprecisión,
incoherencia
ningún suelo,
más que un techo de cristal de sol,
cuando después de ese momento recobro la plena conciencia y observo
que puedo ascender a la superficie nadando con mis dos manos,
cuando una de ellas tendría que estar sujetándote,
uniéndote a mi.
abro los ojos y no veo más que reflejos grises,
reflejados en nada cercano.
Elevo mis brazos hacia el exterior y el clima se ha vuelto frío,
de alta mar,
de aroma salado,
salvaje y alejado de la atmósfera urbana.
Mar,
vacío,
sin costa,
sin montañas ni acantilados.
Mi cuello no puede girar más veces si no es para no encontrarte.
No consigo verte,
no puedo,
habiendo prometido unir nuestras manos para no perdernos al nuevo regreso de nuestra conciencia.
El agua te ha diluido,
te has unido a la bruma y has subido a la superficie antes que yo, solo para reunirte con el sol.
¿Cómo me has dejado sola, perdida en este desconocido y solitario océano?
El viento te ha elegido,
y te ha devuelto hacia el exterior,
te ha dado alas de agua,
y te has evaporado en plena libertad,
yo en la fluidez acuosa y tú en la atmósfera presente,
Alejado de mi, pero incidiendo en mi superficie.
Recuerdo,
Como te fuiste sin decir adiós...
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