Reglas establecidas

Las reglas, no estaban establecidas,
desde los nervios de mis adentros,
observaste mitad de mi rostro,
subiendo por las escaleras,
hasta tenernos frente a frente,
y aunque, tú boca estuviese torcida,
y mi brazo, decaído desde mi nacimiento,
sentí, ese toque eléctrico entre tus brazos,
desnudándonos, por el pasillo,
sometiéndonos, a la lluvia de la ducha,

nuestras manos esparciendo gotas entre nuestros cuerpos,
y nos abrazábamos como si nos entendiéramos,
hasta que mis suspiros, colisionaban con la barrera de la bañera,
rindiéndome a tu entrepierna y todo tu cuerpo,
y agarrados de la mano,
fuimos hasta mi cama,
desatando las reglas que estaban establecidas,
porque sin decirnos nada a la cara,
me obsequiaste, con una verdad silenciada.