Para tí que empiezas a vivir.

2021 Ago 02
Poema Escrito por
Franlodel

Para ti, que empiezas a vivir.
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Para ti, que empiezas a vivir,
y te queda por andar un largo
trecho, te voy a contar este cuento,
para que lo recuerdes cuando estés
muy triste, y, a tu horizonte azul,
lo nublen las desilusiones y
los nubarrones negros.

S

iéntate y presta mucha atención:

Había en una gran ciudad, un hombre
muy gruñón y viejo, que no hacía
más que protestar y escribir versos
llenos de nostalgia, mientras que se
golpeaba con los flagelos de sus
frustraciones, y se abrazaba al fuste
de sus recuerdos.

Una noche, que miraba la luna,
y le confesaba lo triste que estaba,
y lo infeliz que era, se dio cuenta
de que una estrella, que brillaba más que
ninguna, le hablaba desde el confín
del firmamento:

“Dime abuelo: tú, que eres un hombre
sabio y con experiencia, porque has
leído muchos libros y has vivido
muchos años, ¿me podrías decir qué
es la felicidad con la que sueñas
y buscas con tanto empeño?...
le preguntó al ver lo triste que estaba
en aquel momento.

“No lo sé -le respondió extrañado
por la pregunta que le había hecho-,
pero creo, -añadió-, que debe ser
como una paz y un gozo inmenso,
que sentimos cuando la conciencia
duerme tranquila, sin que se despierte
sobresaltada por la oscuridad y
el pellizco del remordimiento” …

“¿Y cómo se consigue?” – le preguntó
de nuevo… “Pues con la aceptación
de todas las cosas que nos sucedan,
aunque nos hieran o nos incomoden,
y, agradeciéndole al Señor todo
lo que nos ha dado: la vida, el cuerpo
el alma, el aire que respiramos,
agua que nos hidrata, y el sol
que nos alumbra y nos calienta…

Y también gozando con el regalo
inigualable de la Naturaleza;
con el resplandor de la alborada y
los bellos arreboles de la tarde,
y con el canto alegre de los mirlos y
los jilgueros y las flores que crecen
en el campo… y contemplado el vuelo
de las golondrinas y los vencejos,
y la inmensidad del mar y el cielo,
y sobre todo, amando a todo el mundo,
sin pedirles nada a cambio, y siendo
honrados y honestos”

Y entonces, al oír sus palabras,
la estrella se iluminó como nunca,
-y sin decirle nada más-, bajó
volando y le abrazó fuertemente,
y después, le regaló un espejo
para que se mirara, y un rayo
de luz muy clara y refulgente, para
que lo utilizara en sus noches más
oscuras, y lo guardara, como un
tesoro, dentro de su pecho.

Al entregarle aquellos regalos tan
valiosos, el pobre abuelo se
emocionó, cerró sus ojos y se
quedó en silencio un buen rato, y, cuando
los abrió, -y le quiso dar las gracias-,
se dio cuenta de que la estrella ya se
había ido al cielo… dejándole,
en una rosa blanca, unas gotas
de rocío, y, sobre una mata de
romero, una carta que decía:
“Perdona que me haya ido sin que
me despida, y que te dé un consejo:
deja de hablar con la luna, y habla
con tu corazón y tu alma, porque
ellos te conocen desde que fuiste
engendrado y pataleabas en el
vientre de tu madre… y, si les pides
que te ayuden, avivarán las ascuas
de tu hoguera, y te dirán cual es
el camino que has de seguir, para
que vuelvas a amar y sonreír,
y a ser agradecido, y honrado
y honesto” …

Se quedó pensativo un buen rato.
Se lavó la cara con el agua del
rocío trasparente. Aspiró
el perfume de la rosa blanca, y,
mirando el Camino de Santiago,
suspiró profundamente…

Y después, se santiguó y rezó
un Padre Nuestro… Y, al mirarse en
el espejo, vio que en sus labios
florecía una sonrisa amplia,
y que, el brillo de sus ojos era más
intenso que el de la luz del rayo que
le regaló, para que se alumbrara
en sus noches más oscuras…

¡y lo guardara, como un tesoro,
dentro de su pecho.!
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Autor: Francisco López Delgado.

2021 Ago 02

Franlodel
Desde 2016 Jun 01

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