No quería ganar ese papel

No tengo nada que escribirte,
pero me escribes y lloro.
¡Qué triste!
Y qué absurdo.
¿Quién eres? El dulce
¿La verdad? La mentira.
¿Por qué dices que la amas?
¿Sabe acaso de mis cosquillas? ¿que tu amor es de mentira?
E
de tus manos frías,
de nuestra actuación de falsos amigos,
en la que sentía todo, pero no sentía.
A tropezones continué tus besos,
con risas tristes tapé mis miedos.
Es real, es real.
Me repetía, aun sabiendo la verdad.
Moría por creerte,
mas la verdad pesaba más que tus “déjame quererte”.
Valía más que tu mano rozando mis labios.
Eras tú, mi héroe y al mismo tiempo mi adversario.
El que me salvaba de las lágrimas.
Mi amigo el justiciero.
El que me usaba y en un cajón me guardaba
y yo feliz la llave le daba.
Quédate ahí,
que te quería para mí.
Para mis noches de frío,
para llenar mi vacío.
Y al final no me gané el papel,
“poco convincente” debiste pensar.
Mientras no te querías levantar
del escenario donde en tu cariño dejé de creer.
El papel se lo diste a ella,
que salta, rueda y grita,
que tu amor nunca se acabó,
¿Habrá sabido de mi audición?
Espero que no,
que ese papel no lo quería.
Ni ayer,
ni hoy.

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