Música de sangre
Amor mío, dejame contemplarte
de par en par como una puerta abierta.
Quiero beberte, consumirte, amarte hasta volver cenizas
las pasiones que guardan nuestros ojos.
Desnudemos los labios,
quitemonos la piel y juntemos las carnes
hasta sentir los huesos ardorosos y blandos.
Nadie te amó con música de sangre
el pulso virginal de tus sentidos.
He bramado de amor -cuándo te miro
estrecha como un capullo suave-
y en delirante sueño te penetro
el cariño que inoportuno baja
hasta el borde otoñal de tu cadera.
Esta pálida flor se torna melancólica
después de ver su aroma batiendose en el aire
descuajando los labios húmedos y mordidos,
nos ponemos flexibles, nos queremos,
aunque al ponerse el sol en nuestras caras
irradiemos la luz de la nostalgia.
german g
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