ME QUITO ESA VESTIMENTA
Si pudieras ver la matemática luz
que desprende los vicios de la tarde,
cuando llegas de puntillas
a robarme el poco aliento que me queda,
comprenderías, cuan extraviada me encuentro
sin la acaricia de tu aliento, rozando mi desnudez.
Nada se compara con tu mirada de yerbabuena,
con el brillo diamantino de tus pupilas;
con los duraznos que se prensan bajo tu blusa
De la fuente cansina de tus labios
quiero beber hasta embriagar mi dermis,
sentir los espasmos de las emociones
y adueñarme de la litografía secreta de tus besos.
Aquí, es de noche cuando tu vestido se desabrocha
con la gracia de una duquesa vespertina
y el sudor que recorre mi perfil
es una cascada deslumbrante, excitante
que en su profundidad psíquica me pierdo.
Después de todo, eres tan mía como el pincel
que arrebataba la locura de Botero.
No temo al mañana desprovisto de promesas;
me quito esa vestimenta, para dejar libre el alma.
Yaneth Hernández
Venezuela
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