MALVAS
En un rincón sin nombre y olvidado, la niña habitaba su tormento sin cesar,
soñaba con el cielo, con alas rotas y un corazón sediento, sin poder volar.
Mariposas danzaban en su mente, pero la ansiedad la devoraba sin tregua,
olas murmuraban secretos oscuros, el cielo lloraba lágrimas de tristeza y fatiga.
Ansiaba ser princesa en un mundo de ensueño, donde la realidad se desvanecía,
su danza entre las malvas brillantes era un reflejo sombrío que a todos conmovía.
En silencio luchaba contra la oscuridad, sin quejidos ni lágrimas en su quebrada voz,
sus ojos vacíos guardaban el eco silente de un dolor profundo, ajeno a toda voz.
S
su mente destrozada era un escenario caótico, donde la esperanza se desvanecía en un duelo.
La imaginación se tornaba su bálsamo, en un mar de angustia y sin sabor,
cicatrices marcaban su piel, testigos mudos de un sufrimiento que impregnaba su ser con dolor.
En el abismo de su desesperación, se cuestionaba si algún paraíso quedaba por hallar,
un séptimo cielo para las almas perdidas en la tormenta, un destello en la noche sombría.
Danzo sobre brasas ardientes de su propia agonía, sin saber si el amanecer llegaría, soñando que algún día en un jardín correría.
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