A la Calor

Doncella de ojitos bellos
no he de describirle por ingrato
sino por inepto y rendido
pues ni mi amigo Gustavo
dibujar su busto podría.

Mas debo de aclarar:
que ni las joyas talladas
ni las estrellas casadas
ni la dicha de la juventud

Obrados juntos por dios,
creador de todo lo sublime,
y persignados por los hombres,
forjadores del tiempo,
serán tus símiles… ¡siquiera!

Tu gloriosa y exquisita perfectud
late a través del tiempo y las novelas
hacia el brío de las estrellas existentes, a fundirse.
Mas un átomo va a perecer, por error aparente,
sobre este corazón amartelado.