Es verano y anochece
El viento refresca la tierra,
los campos se llenan de paz,
aquí no se sabe de guerra
ni de maldad u odio tenaz.
Dorados pintados los prados
despiden al sol que se va,
pues este nada ha descansado
por tanta clara luz que da.
A
donde entre árboles sueña el trino,
creando ese silencio profundo
que nos acerca a lo divino.
Pronto, luciénagas reviven
y a la oscura tierra cae el cielo,
de ese que los poetas escriben,
por traernos estrellado velo.
Por mi ventana veo a la noche,
ya la inmensidad abrazando,
desplegando enorme derroche
de esa calma que ando buscando.
Duerme, mi campo silencioso,
esperando el amanecer,
no despiertes de tu reposo
mientras no quiera el sol volver.
Para soñar en tus marmitas,
mis prados dorados, me voy a ir.
Buenas noches, mis estrellitas,
yo ya me tengo que dormir.
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