De mi frente

A la mujer que amo, ¡que bella es!
Esos delicados labios color carmesí
Que me roban el aliento en frenesí,
Duro contemplo mi impotencia de verte
De que mi pétrea mano no se digne a tocarte.

Son las sombras del pasado, mi amada
¿Mi amada?, ¿desde cuándo?,
Desde que nuestros cristalinos ojos se besaron de la nada
Inflándome en un mundo de intriga y desdicha,

Hay diamantes, hay zafiros, hay esmeraldas
Pero tu no te comparas de simples cosas mundanas,
Haces que cargue con mis estúpidas decisiones:
Malditos momentos donde mi miedo convirtió mis hechos en maldiciones.

¡Que desdicha!
De no escucharte,
Me duele hasta el alma de no hablarte
Hacen que mis lagrimas lloren por no esperarte,
Dime cuando el mondo momento llegara,
¡Solo dímelo!
Desgranando lo que osa llamarse amar.

¡Mujer de mis sueños!
Dime si veremos nuestras ilusiones cumplidas
Pues las ilaciones de mi pasado muerden mis sentimientos
Por no desgarrar mi pecho
Y agarrar mi corazón para regalártelo
Envuelto en un cursi poema.

¡Maldito! soy
Por no robarme la verdad:
La verdad que se esconde en mi suave maldad
Haciendo me llorar las más puras melodías
Que me robas en las noches y en los días;
Escritos de melancolía abandonados debajo de mi cama.

¡Amada ayúdame!,
Me desgarro la vida por no saciarte,
Los demonios cursis me manipulan
Haciendo llover sangre en la ventana
Empañados de soledad y desgracia.

¿De que me sirve resérvame mis palabras?
Pues mi conciencia se duerme en el infinito del alba
Dejándome morir solo, lleno de mentiras;
Palabras fuertes llenos de agria dulzura
Malversas gotas de tinta plasmadas en pena dura.

Amada de mi corazón
Dueña de mi tediosa inspiración
Quiero ser esclavo de tu infalible pación;
Veneno que no tiene perdón
Implantado en las venas de compasión.

Dueña de mi corazón
No me abandones,
Mira nuestro destino lleno de bendiciones;
Acoples de nuestras delicadas emociones.
Volemos, tendámonos en bonhomía
Y dejemos que los viejos de la tediosa armonía
Deje arrugas y canas en nuestra infinita caminata.