Cinema
Miércoles en la noche
y la ciudad espera por nosotros
despierta y predispuesta
por un mantra reservado durante la semana
que sepa tomar nuestros flemáticos delirios
y tornarlos en sanadores panoramas bohemios,
tantas vicisitudes, tanto dinero en los bolsillos,
tomaré lo que otros dejaron pendiente en el día
para creer que he vivido por sus carencias
pagando efímeras deudas sin rostros
que pelean por mi ambigua decisión
en la antesala de la cartelera iluminada
Las calles son mujeres sin ropa
que quieren que se les mire con un azaroso disimulo
mientras aceleramos el paso distraído
con la inercia del espía seductor,
de pronto...un remezón inesperado,
catarsis en tela de juicio
y me adelanto al momento idealizado
que hemos venido a buscar,
cosmovisión de diáfanos semilleros
a la espera del vociferante enjambre
que llega a reclamar su trozo de entretención
bajo un sigiloso céfiro vestido de comensal,
por favor, no ahuyentes las cosas que quiero encontrar,
me confundo cuando la película vista ¡soy yo mismo!
Con cada cuadro disparado e iluminado
se distinguen fugazmente rostros dispares
proyectados como fantasmas por sobre las miradas
incluso de aquellas sombras que se resguardan frágiles
en los asientos más exclusivos de aquella sala;
la misma sala, el mismo aroma, la misma gente,
la misma butaca, la misma hora, la misma chica,
pulsaciones digitales
replica a la deriva
Obedezco a esas señales
ya sabes, "una paradoja estimulante",
he visto como me ves
y es lo que deseo ahora
impugnar a la voz que delata
flanqueando el pudor sensato
con las luces apagadas es mejor
o así lo creemos bajo juramento furtivo,
oh cosidad, amable cosidad
comparte esto conmigo,
abstracción placentera
eres el anacronismo idealizado
que correspondes a un estimulado momento zen
Sin embargo, tomo el riesgo
y me acerco a tu lado apacible
donde espera la última volición excretora,
y es como si no estuvieras ahí
ergo ausente
el esquema rutinario que oscila por sobre las cabezas,
cognoscible, dicotomía, caprichos, besos y abrazos,
la tarde astenia ha sido incinerada
tentativa inseguridad simulada por los asientos
mientras tu rostro a dicho más verdades
que las pronunciadas por el amante verdugo,
la próxima oclusión de la pantalla
ralentiza el proyector como un tren estacionario
y retomamos nuestros papeles
para terminar con esta función de placebos alternados
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