AUSCENCIA 60

Hay mucho que quiero contarte,
mucho que quiero abrazarte,
y mucho que quiero escribirte;

Comprende la cobardía del alma mía,
que por su agonía no pudo relatarte en versos
que cuentan y declaman mi sentir;

Sigo acariciando tu almohada;
sigo adorando tu morada,

todo el día y toda la noche,
de todos los años de los siglos y por los siglos.

No te sientas, no es tu culpa,
pero a veces me acaricia algún recuerdo y te siento más lejana;
Discúlpame por sentirme vacía y transparente sin ti,
Discúlpame por no cantar por las mañanas,
Discúlpame por perder la fe y la paciencia,
Por no ser capaz de ver tu fotografía y no llorar
Discúlpame…

Ya conoces a esta hija tuya
Que hasta por el maullido del gato hambriento llora,
Pero en cuanto recobra su postura:
se coloca la armadura,
para luchar contra el umbral de la tristeza
y en el triunfo aclamarte a ti: ¡mi gran alteza!