Así el final siempre.

Ella quería a su pasado, pero no a él.
La forma en qué la miraba y cómo le escribía, pero no a él.
Ella adoraba el sabor de la luna al los dos estar solos,
las blancas esferas que producía el dormir juntos, pero nunca a él.
A ella le gustaba estar acompañada,
dormir sin los fantasmas que le muerden la memoria.
A ella le producía un vértigo flamable que siempre la estuviera esperando, pero, nunca, ni en un momento, él.
Él ya no encuentra razones para estar vivo.
Él sabe que todo solo le ha pasado a él,
que todo fue una espejismo que nadie más pudo compartir.

Él sabe que todo en su vida ha acabado, él sabe distinguir cuando el final llega.
Ella lo está olvidando y él, por más que intente, nunca lo hará.

Él murió sin epitafio, sin que alguien recordara que paso entre su camino.
Ella
nunca notará que él ya no existe.