Antonio Gaudí


Míranos a través de lo arcos convexos
que adivinan las distancias oníricas
desde las calzadas se elevan los imperios
que componen el colorido de tu rúbrica.
Como sombreros de copa en primavera
se pasean gráciles fachadas modernistas,
las ventanas como ojos de moscas vociferan
al cuerno mayor de una ciudad cosmopolita.
E
resiste el collàge de caprichos rutilante,
evoca aquél turquesa el alma mecida del mar,
en consorcio las olas vaticinan la retirada de los tripulantes.
Bancos que como barcos ondean los paseos,
transeuntes renovados de votos eclécticos,
paredes bombachas en su arquitectónico beso
esculpen la mirada impronta del “hombre sintético”.
En los arrecifes cincelados del Mediterráneo
salpican las sonrisas de los delfines desde el océano,
los tejados veneran la calidez de su tez irisada
y una perla gigante palpita en todas las miradas.
Alquilan las gaviotas tu rebeldía creativa
Inmortal paraíso de tu radiante potosí,
en escamas como tornasoles de tu alquimia
recita mi alma estos versos para Antonio Gaudí.
El hombre que murió arrullado por un tranvía
que resucitó de su enjuto dolor a Barcelona,
que dijo que para ser auténtico hay que volver
al origen de las cosas, sigue vivo todavía.

Conoce más del autor de "Antonio Gaudí"