Al otro lado
Al otro lado de la cordura, ya en la locura, se alza la voz. Se regurgita el mal alimento hacia los cimientos de la razón, la cual recicla en su sentimiento el veneno ajeno y la seducción, de la locura que todo quema, que todo olvida y nada quemó…
Volví a la vida y, sin mi guarida, sentí perdida mi vocación de alma alocada y convulsionada que vuela atada a su corazón. Y en la condena de los lamentos de un mal pasado que aún no pasó, sentí las penas en la gegena de una agria esciencia que no olvidó.
Ya voy rendido a mi ser perdido que vaga errante aun sin redención pero que anhela que no haya otra alma de esencia amante en tal condición. Y aunque le tome miles de vidas, o nunca logre tal situación, por su diamante de caminante, no hallará paz sin revolución.
Contradictorios estos caminos, que en su destino de redención, encuentre un nuevo pero perdido cebo acaecido de su razón.
¿Veremos todos los peregrinos la musa laica del corazón, o el vejestorio de un dios mezquino verá su musa en nuestra ilusión? ¿Seremos muchos? ¿Seremos pocos? ¿Seremos tantos que no habrá dos? No hay dos sin tres y los tres son uno, y en cada uno se esconde un Dios…
Conoce más del autor de "Al otro lado"