Soy un viciado.


Vengo a través
de estas de estas humildes lineas,
a confesar que soy un viciado.
Viciado en poesía;
yerba buena en prosa o en verso,
con rima o sin ella,
bien cocida o cruda,
consumida preferentemente en solitario
o en ambientes silencisos,
junto a agradable compañía.
No puedo vivir sin ella,
no consigo superar esta adicción;
maldita o bendita manía
de agarrar la lapicera,
e intentar trasformar todo en verso;
cosas que me ocurren,
o que me imagino,
que observo a mi alrededor,
o en la naturaleza,
o que siento en el corazón.
Leo, escribo, comento;
no consigo parar,
soy un viciado,
obcecado, obstinado,
incorregible, empedernido.
Consumo por la mañana,
a la tarde y en la noche,
en cualquier minuto libre que tenga
me escondo, y sin que nadie me vea
me fumo un verso.
En el trabajo,
en el transito,
a la hora de la sena,
o durante una reunión familiar;
en la ciudad,
o en el campo cuando me voy de vivac.
Cuando comenzó mi vicio?
No se a lo cierto,
tal ves en mi adolescencia,en el liceo,
cuando leí los clásicos,
y me entraron ganas de emular a los grandes.
Cuando voy a terminar con esto?
no lo se,
mas tal ves con este vicio será:
hasta que la muerte nos separe.
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