EL POEMA ENTRE LAS PIEDRAS

A las nueve de la mañana; mientras un débil sol se esfuerza por alcanzar el interior; atravesando las ventanas que miran hacia los campos que rodean la vieja casona de las afueras de la ciudad de Junín, en el interior de la provincia de Buenos Aires.
Una criada tiende la cama de la habitación principal. Sobre un sillón tapizado en terciopelo de un color verde oscuro; dos gatos gordos juegan, dándose mamporros y abrazándose mientras se mordisquean. La mujer los mira y sonríe mientras dobla cuidadosamente las mantas, las deja sobre la cama pasando la palma de su mano sobre ellas para planchar una última arruga; luego gira y se dirige a la ventana que da hacia el jardín; corre las pesadas cortinas y desde allí, ve a dos hombres que toman su café, sentados bajo un gran árbol de tilo que se encuentra en el lugar donde confluyen zigzagueantes caminos de piedras bordeados de vegetación. Los mira durante un rato mientras conversan.
Todo parece tranquilo en la casa; por un momento la vista de la mujer se pierde en la nada; mientras, pasa la mano por el bolsillo de su delantal, luego saca un papel que ha doblado en cuatro partes; lo abre y una lágrima corre por su rostro; lee lo que está escrito. Sus dedos frotan como queriendo quitar unas manchas que ahora son de un tono marrón, pero que en su momento tuvieron un fuerte tinte de color rojo sangre. Lo dobla y lo vuelve a guardar mientras sus ojos vuelven a enfocarse para quedarse viendo hacia el gran tilo.

(CONTINUARÁ)