EL EMPERADOR Y EL BUEN POETA ( Recreación del relato de J. L. Borges Parábola del Palacio )

Aquel emperador ( el Amarillo)
Su palacio mostró al buen Poeta.
Fueron dejando atrás torres, glorietas,
gradas de anfiteatros y pasillos
Que declinan hacía un jardín de espejos
Metálicos, de cuyo cerco nacen
Laberintos sin causa y desenlace,
que al buen Poeta dejará perplejo.
Se perdieron en él, alegremente
Cómo condescendiendo a un juego. Pero

la inquietud no tardó en llegar. Reitero
Que en este laberinto y el siguiente
El Poeta vio rectas avenidas
Sin curvatura, aunque extrañamente ,
Un círculo concéntrico presiente
Otras rectas y otras repetidas
La medianoche trajo el compartido
cielo que no se toca con la mano.
Buscaron evadirse (pero en vano)
Del sentimiento real de estar perdidos.
Recámaras y patios, bibliotecas,
La sala hexagonal en cuyo centro
habita una clepsidra . Muy atento,
el Buen Poeta observa y luego trueca
en versos cada cosa. Amanece.
Desde una torre ve maravillado
A un hombre que de piedra se ha tornado
Y que ya visto, al fin… desaparece.
Resplandecientes ríos atraviesan
En canoa de sándalos. Trompetas,
Sonarán a su paso . El buen Poeta
Observará en silencio. Todos besan
Los pies del Rey, pero quien no lo hiciere,
Será decapitado de inmediato.
Onírico o real, este relato
Disculpas pide a quienes ofendiere
Danzas oscuras, negras cabelleras,
Mil máscaras de oro y otras mil,
Con cuerpo de mujer y de reptil,
El buen poeta vio como sin fuera
Un sueño personal. ,Pues, será cierto
Que la tierra no es más que toda esa
Suerte de río y mar , y selva espesa
Y esplendor de jardines y de huertos?
Cada cien pasos una torre corta
El aire. Su color es escarlata.
Pero la serie pronto se dilata
En amarillo. Cada cosa importa
De igual manera a nuestro buen poeta.
Ya en la grada penúltima y ajeno
A toda maravilla, muy sereno
El juglar recitó aquella cuarteta.
El texto se ha perdido. Hay quien alega,
Que constaba de un verso, tal vez dos,
De una sola palabra y solo Dios
A su lenguaje celestial la agrega.
Lo cierto es que en el verso está el palacio
Con cada porcelana y su dibujo,
Cada penumbra y luz y cada flujo
De río interminable. El espacio
Entre el ayer y el hoy, cada gloriosa
Dinastía de dioses y mortales.
De dragones que habitan los reales
E imaginarios mundos. Cada cosa
Cantada fue por ese verso eterno.
Pero bastó que el verso sea cantado
Para abolir con él todo el pasado
El porvenir el cielo y el infierno.
Me arrebató el palacio !!! El rey le grita.
Elije tú. El destierro o bien la muerte.
El buen poeta sabe que su suerte
Echada está y que ya no necesita
Decidir. Dos espadas lo atraviesan.
La del oprobio de morirse lejos,
La del hierro profundo que al espejo
De la memoria ya no le interesa.
Equivocado estaba. Es sabido
Que no ha de haber dos cosas semejantes
Ni iguales en el mundo. Al instante
De pronunciar el verso, fue Abolido
El inmenso palacio. Aquel juglar
Que en verdad era esclavo fue olvidado
Y su verso también. Te ha Sido dado
Mi lector, el deber de recordar.
LUCIANO CAVIDO