Almas en estado puro sobre la flagelada madre tierra.

Me siento inspirada cuando suspiro sobre el flagelado y hostil planeta,
me siento sobre la roca en la madre tierra.
Mi cobija es tan solo las hojas mojadas de los auténticos arboles, viajo con el aroma de las plantas, el aura de la constelación me fragmenta y me vierte sobre el ancho mar.
Me abraza la inusual serpiente con docilidad, pero también con miedo de ver a una especie sin igual, de ver la bravura en mis misteriosos ojos color almíbar plantados sobre la ternura del hombre, la inocencia de la vida sobre su cuerpo, pero también la fertilidad de la tierra y mi alma en paz llevada a la contemplación de la humanidad en ruinas.
La desnudez y la pulcritud de los antecedentes de la persona misma,
pero ahora sobre aquellos detalles desde mi propia desnudez confundida entre el silencioso y a la vez armonioso viento, la inconmensurable edad de los tiempos que se observa a través del roble del mas viejo y heredado árbol, de la mesura de los colores bailando alrededor de cuerpos en extraña viveza.