Una despedida sin un adiós
despedida, sin un adiós.
Al fondo de mi alma ausculte el eco,
De la expresión de cariño, efímero,
Y el cálido beso en el borde de la boca,
Al susurrar suavemente un te quiero.
Quedó estampado como el roce del roció,
En la tierna hojilla de una rosácea flor,
Fugaz, intenso y febril fue su amor,
Por un fulminante último suspiro,
El espécimen de piel morena y encantador,
Partió a la soledad del sepulcro, sin un adiós,
Con la ilusión que su espíritu se retiró.
A un descanso sempiterno, en un ilustre lugar,
En mi interior atesoro su bello recuerdo,
Que dejo al pasar, y posar tan rápido,
Por mi vida, igual que mariposa al deleitar.
El polen, el aroma y el matiz de una flor,
Así, se fue el espejismo de una pasión,
Experiencia linda, que vivió mi corazón,
Figurada en este epítome de escultor.
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