Me voy. Me voy de este mundo cruel para no volver, para dejar atrás el amor que alguna vez sentí por ti mujer, Para no pensar que alguna vez te pude querer.

Me voy como se va el sol al anochecer, como se fue la juventud que tuve alguna vez y si acaso intentas pensar en mí no podrás, porque todos los recuerdos al igual que el Alzheimer, me los llevaré.

Me voy de este mundo cruel para no volver, en un sueño eterno color asfalto me exiliaré pensando siempre que nunca te amé, eternamente convenciéndome que te olvide y entre lágrimas negras me ahogare.

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Hubo un día en que la tierra no tenia dueño,

solo se aplicaban en sus paradisíacos y abundantes paisajes,

cargados de frutos para alimentar a todas sus criaturas por igual,

hasta saciarse,

ley de la selección natural.

Pero... hubo también, Otro día,

en que la tierra tuvo poderosos dueños

que se encargaron de dominarla y gobernarla,

He llegado al arte del hombre que no me quiso.
Cercana a la balaustrada de sombras que lo aprietan.
He bebido del réquiem de su piel trastornada y su quejido desnudo.
En el vástago grito de su esperma, he gemido.

Como caracola entre sus manos, he oído sus océanos dentro de mí.
Altanero, en las sibilancias de mi pecho desfibrilado. Su silencio castrado,
ha dolido todas sus gotas en el escorbuto de la vehemencia que me ha contagiado.
He apadrinado la liturgia de sus zapatos con los cordones aún atados.

Me quité mi sobrero de paja y mi poncho, y mi mujer se quitó su anaco azul, que tristeza verla sin lo que me enamoró, pero así, solo así heramos vistos como personas dignas, ni mis manos tiznadas eran compatibles con las suyas llenas de anillos y relojes caros, mis pies, cansados de caminar para labrar tierra no eran dignos de ser respetados como los del varón que usa los zapatos de cuero que mis propias hijas diseñaron, ¿Cuándo podré decir que el Ecuador también es mi país? O es acaso que sólo somos parte de su pueblo cuando tenemos que pagar impuestos?

Tu espalda marcada en una pared
en sus aberturas, en su pintura descascarada
el desaliento de ver un reloj sin tiempo
tu desnudez iluminando a otros
tu sonrisa, tus abrazos
el poema rechazado que comió a mis pájaros
Una pared que refleja mi ahogada garganta
de te quieros amordazados
por un sol negro que borró mis mejores colores
no veo encuentros
solo cuchillos que nos unirán
bajo flores de plásticos quemadas
por truenos y lluvias de invierno