Amapola

En el desierto de mi espíritu,
no hay temporada de lluvia
ni un soplo de frescura.

Mi piel se traspapela,
entre incesantes dunas,
la lucidez ha abandonado mi cuerpo,
y mi humanidad se ha sumergido en el centro de la tierra.

Ni en el atardecer se va el miedo,
las voces sin control emergen,
bajo la pre-concepción de una vida sin amor
y con sentimientos nulos.

Pero el espacio abierto no cesa
y tampoco las ganas de que nazca
que el río me lleve
aunque este no exista.

Y el miedo,
el desvarío incontrolable de todos los órganos de mi cuerpo,
el pecho inflado entre sollozos que no pueden emerger.

La lluvia no llega al desierto,
y al todo secarse,
¿Qué sentido tiene la vida?