Llueve Sobre Mis Manos

poema de Joel Fariñez

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, y al soplar yo sobre ellas,
revolotean los luceros perlados que esparcen las tenues imágenes de tu existencia,
imágenes que destilan la savia quejumbrosa de mis lejanas querencias,
sin embargo sigo anhelando tu cristalina y fresca presencia.

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, y siento así el rocío silente
de las palpitaciones de heridas intensas, las cuales descienden a la tierra
de las nostalgias, en donde relumbran huellas de agrias vivencias,
pero dichas huellas son desgatadas por una áurea esperanza, llena de una tersa y dulce refulgencia .

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, y en dichas arenas se percibe
la fragancia de mis silentes lágrimas que aún contigo sueñan, y vierten la luz exigua
de tu mirada serena, la cual dejó,en las páginas de mi vida, la sórdida marca de tu inclemencia,
pero tengo más y mejores páginas en las cuales podré sembrar un vibrante oleaje de coloridas y nuevas vivencias.

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, las cuales se evaporan
en un canto de una durmiente dolencia, canto que es atado con la infinitud de una vigorosa luminiscencia,
la cual es el reflejo reverdeciente de una perfumada historia que ya comienza, la cual hace que las débiles huellas
de dicho canto queden firmemente disueltas.

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, y las vítreas llamaradas de aquellas agrias vivencias,
son pulverizadas por el toque deleitante de una hermosa y vívida florescencia, la cual en mi alma renace,
gracias a la dócil brisa de la Divina Esencia, que es la fuente que me reviste con su límpida y tierna benevolencia,
y así recobro fuerzas para comenzar a desplegar un denso manantial de vivas esperanzas risueñas.

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, en donde titilan aquellas preguntas que quedaron sin respuestas,
y en una deliciosa y refrescante quietud vespertina, siento las melodiosas caricias despiertas, que son tejidas
por el viento perlado de mis vivas creencias, las cuales fluyen como un sendero dorado de adoración y de alabanza
hacia la Divina Providencia, la cual me inunda con su efusiva, benigna y resplandeciente influencia.

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, en las cuales he bordado, con pinceladas de seda,
mi perdón que te doy como un ramillete bañado con las llamas auríferas de mi amor y de mi paciencia,
y así espero que sepas que en el jardín cristalino y palpitante de mi corazón, siempre tendrás las puertas abiertas,
y cuando entres podrás caminar sobre una corriente de luz cálida y tersa, la cual es imagen de mi sentimental
anhelo que por ti espera.

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, las cuales son teñidas con un manto de olvido,
y así en la laguna de la lejanía se internan, y así quedan libres mis manos para recibir una lluvia,
pero ya no de tu ausencia, sino de alegría, de amor y de esperanzas que al llegar a mis manos,
luego en el paisaje de mi corazón se insertan, y así destilan un manantial de alboradas cuyas coloridas presencias
anuncian una verde lluvia de bendiciones que se acerca.

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, pero quedan escondidas en pedregales del pasado
cuyos lejanos recuerdos en un olvido dormido se siembran, y así me divierto derramando los tibios y sedosos trazos,
de mi poesía, que en mis humildes letras se riegan, para así expresar el comienzo y el fin de la lluvia de tu asuencia,
cuya estela de frías y desvanecidas evidencias, silenciosamente se repliegan, hacia las profundiades de recuerdos
distantes, pero nunca olvides que sigues siendo mi linda y tierna princesa.

Llueve sobre mis manos las arenas de tu ausencia, las cuales lentamente se disipan y así mis manos
de tu ausencia se libertan, y mis manos y todo mi ser ahora son revitalizados con la llama adamantina
de una ferviente fe intensa, la cual despliega un límpido arco iris que se extiende como un acrisolado mar
multicolor, en donde mis sueños se siembran, y con el poder y con la ayuda de Dios, cosecharé el fruto de mi amor y de tu amor, los cuales se unirán y serán una sola estrella.

Autor: Joel Fariñez

Comentarios & Opiniones

La Dama Azul

Joel Fariñez: Nos comparte una obra profunda y clara
..."cuyos lejanos recuerdos en un olvido dormido se siembran, y así me divierto derramando los tibios y sedosos trazos,
de mi poesía, que en mis humildes letras se riegan"...
reciba saludos

Critica: 
Joel Fariñez

respuesta para Gabriela Ponce de León: hola amiga y poetisa, gracias por tu grata visita a mis letras, me alegra que hayas disfrutado de mi poema, gracias por tu valioso y grato apoyo, saludos cordiales.

Critica: