LA TRAPANANDA

Emergiste preñada de silencio
de un ocèano remoto y olvidado,
cordilleras azules y distantes
irrumpen de blanco inmaculado.
Cinturòn de montañas tutelares
anidan en valles y lagunas,
orgullosas, y altivas se levantan
desafiantes del sol y de la luna.
Tus bosques tienen la fragancia
y el aroma del canelo envejecido
y en mallines, cipreses enterrados
como cruces arrancadas del olvido.
Las aguas que pueblan tus esteros
de entrañas minerales van bajando
llevando su mensaje van cantando
piedras sobre piedras por el rìo.
En tus pàramos el còndor habitante
como amo y señor de las alturas,
màs abajo huemules pastoreando
aportan al paisaje su figura.
Mil cascadas y mil sueños se confunden
robando los cabellos a la luna
y tejiendo con el hilo de sus aguas,
rìos, mares, lagos y lagunas.
No podrà el poeta con su pluma
traducir la belleza y el encanto,
pues fortuna no tendrà ni habrà tenido
quien Trapananda no haya conocido.