JURAMENTO DEL ALMA

Juramento del alma

En tiempos de auroras de plata y escarcha,
cuando el alba dormía sin voz ni reflejo,
la luna danzaba sin senda ni marcha,
atada al vacío de un cielo añejo.

Suspensa en la bruma, sin tacto ni suelo,
miraba la tierra con anhelo callado,
y en su fulgor de celeste desvelo,
soñaba un destino jamás alcanzado.

Mas quiso el azar con su risa silente
romper la cadena de sombras y abismo,
y un viento olvidado, sutil e insolente,
cortó de la luna su hilo mismo.

Rodó por el éter con blanca agonía,
rozando las cimas, besando las ramas,
hasta que, en bosques de noche tardía,
cayó prisionera de verdes escamas.

Allí, entre sombras de musgo y espino,
con ojos de fuego y estampa feroz,
la vio en la penumbra, cual claro divino,
el lobo, señor del eterno bramido atroz.

Su risa de hierro, su andar sigiloso,
rompió la quietud de la luna herida,
y un pacto secreto, salvaje y hermoso,
tejieron sus almas en danza prohibida.

Bailaron al ritmo del viento silente,
aullaron secretos al bosque dormido,
las hojas grabaron su pacto ardiente,
y el alba los halló con su lazo encendido.

Pero todo en la vida retorna y se quiebra,
el lobo a su sombra, la luna al vacío,
más antes de irse, con arte y con guerra,
la luna tomó lo que ardía en su frío.

Con dedos de nácar, callada y traviesa,
se alzó entre brisas, cubierta de hechizo,
y robó del lobo la estampa más tersa,
dejándolo solo, sin luz y sin rizo.

Desde entonces, en noches de ardiente negrura,
cuando el cielo se viste de pálida piel,
se alza en los montes su voz de locura,
clamando por ella con aullido cruel.

Sus ecos resuenan en rocas y abismos,
sus lágrimas corren por río y sendero,
más nunca regresa lo que en espejismos
se pierde en las manos del hado severo.

Y así cada noche, con alma desnuda,
el lobo le aúlla con viejo lamento,
más ella en su trono de sombras y espuma,
tan solo sonríe, vestida de viento.

Autor: Metacrak
Voz: Metacrak
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