En paralelo

Puedo soñar un mundo paralelo
poblado de emociones contrariadas
en el que soy tu dueña y soy tu esclava,
tu poetisa y tu musa,
tu silencio y tu eco,
tu candado y tu llave,
tu pobreza y tu oro,
tu luz y tus tinieblas,
tu lágrima y tu risa,
paraíso e infierno,
océano y desierto,
aluvión y sosiego,
tu témpano y tu hoguera.

Puedo soñarlo, en fin, porque sé que no existe
y diluir en mi taza de café la angustia
que apresa el final de las contestaciones.
Puedo inventarlo en miles de ocasiones
y ponerle colores y abstracciones
o dejarlo crecer entre mis tantas locuras.
Puedo reconstruirlo y defenderlo
y también castigarlo o darle muerte,
en oscilantes estados de cordura.
Puedo incluso soñarlo con los ojos abiertos
e inventarte manos, ojos, voces
y un alma despojada de condicionamientos.

Lo que no he conseguido
(y siento que en ello se me va la vida,
al seguir persiguiendo imposibilidades,
de pura obstinación irreverente,
sugerentemente consternada,
y sin posibles vías de salida)
es lograr que ese mundo,
(catártico, espeluznante, sobrehumano)
no forme parte de mis intereses, de manera
que me provoque, sublime, esta avidez
estas indestructibles ganas y aún
esta sórdida intencionalidad
de que en verdad
exista.