Bosque

poema de Tangarana

Bosque

Temores que no existían
bullen ahora en la mente,
turbulentos insectos que zumban entre las sombras,
infectando los bosques del pensamiento.

Son luciérnagas de duda,
brillos engañosos que ocultan
las lluvias inesperadas de la memoria.
Se riegan como murmullos en la selva,
como savia que busca su cauce,
como lianas verdes obstruyendo
el curso oxigenado del corazón.

A veces me detengo,
respiro,
y siento la humedad que se adhiere a mi piel
como un recuerdo que no quiere irse.
El bosque me observa.
Su respiración es lenta y profunda,
como si esperara mi retorno.

En silencio sigo sus senderos,
Su humedad,
Sus aromas líquidos a tierra mojada.
Sus silencios,
Sus caminos sin fin,
donde los espíritus se encuentran y se liberan,
donde los corazones se abren
y el alma encuentra su casa.

Entonces, escucho el canto de los árboles,
los susurros que el viento Silva entre las hojas.
Cada sonido es una puerta,
cada raíz un testigo.
Porque he caminado lejos,
por desiertos de cemento y ruido,
por ciudades sin alma,
por días donde el sol no tenía centro.

Pero soy del bosque,
de esa savia,
de esa luz verde que respira entre las ramas.
Y a ese bosque regreso
a cerrar un ciclo de vida,
a soltar los temores que la mente inventa,
a dejar que el silencio me hable.

Porque el bosque no juzga,
solo escucha.
El bosque no exige,
solo acoge.
Y en su abrazo tibio y húmedo
vuelvo a ser raíz,
vuelvo a ser tierra,
vuelvo a ser yo.

A ese bosque regreso,
a callar los ruidos del miedo,
a encender nuevamente las luciérnagas del alma.
Tangarana 2025

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