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Mi barco está hundiendose, no hay salvavidas que hagan de mi una sobreviviente. Casualmente no aprendí a nadar sobre este lodo, pienso que mi vida ahora sale del manuscrito de la Melancolía de los Feos de Mario Mendoza.
Como viviente de este siglo; había anotado algunos nombres de personas que consideraba como salvadores, en esa busqueda fantasiosa ya había eliminado todas las posibiidades.
Cómo sentirse después de que el mundo atropella todas tus ideas, le reclamas al dios sol que no pase su vista por estos lados y le pides a los truenos que vuelvan para tener una excusa para estar en cama sin estar fisicamente enferma; sin olvidar que los problemas mentales son una enfermedad.
Hoy me sincero con mis propias letras sobre lo que ha ocurrido conmigo estos últimos meses; las tazas de aromática, la charla con mis problemas, la comida que no llena vacios.
Son horas enteras pensando que ha pasado conmigo y imaginando escenarios que no van a existir, que no son para mi. Tengo el cerebro en estado de stop y a su vez hay una alarma sonando todos los días, inválida de lo que era, no hay escapatoría a la realidad transitoria.
La guerra de las clases sociales en el amor; es cierto no puedo ser parte de un corazón que late por mucho dinero. ¿Cuándo llegué a creer que eso me correspondía?
El cerebro no logra distinguir hasta donde es llevada la vida, cuál es esa verdad tan buscada que se aleja de mi.
Nadie te salva de tu caos!!!
Aquel que prometió no irse, ha olvidado su juramento.
Yo olvidé el mio.