POEMA DE UN ADULTO

El ruido desde lejos me recordaba lo poco que nos queda
cuando abandonamos la infancia para navegar por algunos
destinos flácidos en lo poco común que quedan de nuestras vidas.

Perfumados los vientos con los que la brisa me coronaba en
tiempos de infancia, aun así todavía escucho al viento como
aconsejándome palabras de cortesía, ligeramente llenas de ausencia.

La luna, las estrellas, los astros perdidos en el azul intenso que
tiñe a la noche sonríen para mí, inquieta la oscuridad danza sin
motivo alguno.

A la distancia la veo desplazarse, ya no soy un niño, pues he
Perdido la inocencia y he ganado el conflicto. Mi alma callada
lamenta los años que ha gastado buscando el propósito de lo
inconcluso de la identidad del hombre.

Hoy estoy como apagado porque mi voz ya no tiene la potencia
con la que expresaba letras que elocuente prestaban a tocar
sentimientos sin permisos de la persona.

En el cielo quizás afine la guitarra de mi padre, escuche con seriedad
los consejos de mi madre, abrase a un enemigo.
Aún no estoy seguro si llegare a tiempo,
pero podría comprometerme a golpear varias veces las puertas del paraíso.

Si la vida cuestionara mis andanzas le reclamare donde
esta ella ¿Quién guarda mi infancia?
¿Dónde se esconden los sueños de un niño?
Porque hoy he envejecido por consumir las horas de mi reloj.

Al son de un poeta escucho como triste la canción de algún
Olvidado, quien sabe adónde llegare, pero de seguro estoy
de que a mi niñez retornare.