SÍ.

SÍ,
ríndete a los pies del espíritu,
eres ese sol,
esa nueva fortuna
de luces y amor.

Si,
dale a tus hijos esta savia,
esta condición del cáliz primigenio,
y aliméntalos de nuevo,
en esta alegría de futuros.

Sí,
porque el mar enciende
tus ojos que creías ya perdidos,
porque tiendes tu puente
entre los dos,
y somos uno en realidad,
todo es un sueño,
pero cuando estamos en el otro,
somos realidad exasperada
por brotar de nuevo,
con el júbilo del tiempo y el espacio.

Sí,
a las esferas misteriosas que contraen
tu ser y a vos me llevan,
y fundo con tu aliento
mi estar que ayer de piedra parecía,
y habito en vos,
en esta incandescente sinfonía.