El celaje de tu alma pura

El día que la lluvia bese el mes de junio,
el ocaso dormirá en las lágrimas de la luna
con notas de Pisani en una fontana de palomas cristalinas
revoloteando en plena primavera
y tu boca de fina lencería dejará caer la seda de su aliento.
Las lozas marmoleadas del tiempo
irán acompasadas por el viento que trae en su postrer abrazo
los arpegios de tu voz hecha una melodía
en los redondeles de una tarde con fragancia de almendras.
Te encuentro irresistible entre el bronceado
que esconden las espigas siempre mirando al firmamento
y la pradera fresca de tu cintura redonda y afable;
sé que anhelas mi destino colgado de tu pecho.
Sorprendo el vaho que destila la tierra sin nombre,
pero luciendo tus huellas candorosas
que oran en arameo con el silencio.
Tu inocencia deshoja los hilos del sol
en un apasionamiento melodioso que dibuja tréboles
en la franquicia de tu risa, amaneciendo el agua
de tu saliva en la pila bautismal de mi vientre.
El celaje de tu alma pura hace una constelación
de líricas profecías sobre la faz del mundo;
en ellas quiero sumergirme y santificar cada espacio
de mi espíritu para reencarnar en la plenitud de tus carnes.