Por la garrita
No es fácil escribir esto,
pues con tan solo pensarlo,
sin tener en cuenta el resto,
sólo consigo extrañarlo.
Cuando digo que lo amo,
yo les juro que no miento,
pues si voy de su mano,
amo incluso sus defectos.
Ha pasado poco tiempo,
desde que llegó a mi vida,
pero lo que estoy sintiendo,
es real, no cabe duda.
Que si los viajes en moto,
que si las risas sin fin,
es que cada vez yo noto
que esto es nuevo para mí.
Me gusta cuando me mira
y la forma en que camina,
cuando se pone aquel traje
y acompañarlo de viaje.
Sentir el viento en el rostro,
querer nuevas aventuras,
abrazarlo por la espalda,
planear con él una vida,
ponerlo a mover la colita
o simplemente mirarlo.
Es gracioso todo esto,
pues cuando lo conocí,
no pasó por mi cabeza
que me haría tan feliz.
Sus ojos, sus lunares,
sus labios y su sonrisa,
son grandes debilidades
que envolvieron de prisa.
Su vida, su presencia,
su amor y su locura,
cosas que con certeza
me hacen perder cordura.
Podría gritárselo al mundo,
sin pensar en sonar tonta,
si él se me aleja un segundo,
la vida se me desmonta.
Cuando lo siento cerquita,
mi corazón se acelera,
soy una niña chiquita,
que por sus besos espera.
Su pecho es para mí,
un rinconcito seguro,
cuando me acomodo ahí,
ya no le temo al futuro.
Se ha convertido en mi musa,
en motivo pa’ seguir,
y mi mente se rehusa
a que esto tenga un fin.
Los kilómetros no importan,
tampoco el tiempo sin verlo,
pues las almas se transportan
y se juntan sin saberlo.
Y a final me doy cuenta,
que si me preguntan ¿cómo comenzó esto?,
la respuesta más segura y más clara que les tengo,
es que un pétalo de rosa, fue lo que rompió el hielo.
El amor que en mí habita,
le pertenece completo,
lo juro por la garrita
y esto no es un libreto.
Comenta & Vota