El fin

poema de T-T

“Nunca te canse de buscar la VERDAD
en la lucha de los pueblo oprimidos”

Silenciosa noche

La espuma fría del mar
no deja de besar
sus pies descalzos en la
hermosa inmensidad.
Nuevamente el circulo
se cierra eternamente.
Con la silenciosa noche,
la agonía constante
retorna en el incipiente
contraste del olvido.

Cisne blanco (Ni una menos)

El sol se empeña en borrar las estrellas
que abrazaban la triste soledad.
Lejana es la anhelada libertad
de múltiples mariposas aladas
que se encuentran perdidas en la bruma
del amor. Los corazones se rompen.
Las campanas se doblan y corrompen,
el tenue mañana de tristes almas
vagabundas. Todo se desvanece.
Nada queda de los oscuros pasos.
La bella flor del lecho no florece.
El consuelo de un cisne blanco canta
la alegría de otra vida. Sus rostros
son tapados con una negra manta.

Caricias de lo absoluto

El consuelo de la noche
yace rendido a tus pies.
Nuestro Dios inmensurable.
En la eternidad el fin.
Soledad, luna nocturna.
Los ríos interminables
de un moribundo ayer.
Caricias de lo absoluto.
Las calles entristecidas
lloran lo real del ser.

Ocaso

El ocaso se dibuja bellamente
sobre las ruinas circulares del ayer.
Sus cristalinas lágrimas, lentamente,
caen en los rostro del anochecer.
Quisiera poder recorrer los jardines,
poder ver en las hojas otoñales
la belleza infinita de su presencia.
Tratar de olvidar su impiadosa sentencia.
Caricias que se pierden con el hastío.
Lejanía constante de tristes restos
que deambulan perdidos en el vacío.
Somos deseo, las lágrimas sensibles.
La efímera maravilla de los ángeles
caídos. Aquella unión incomprensible.

La voz del incipiente instante

La voz del incipiente instante
retumba contra los cristales
que reflejan el eterno ocaso.
La metódica duda abruma,
inconsolablemente, los rostros
perpetuantes del olvidado pasado.
Veo en la oscuridad de la noche
aquella inquietante pregunta
que abre la temida incertidumbre.
Se borra, entre sus negras manos,
las certeras mentiras del engaño.

Los áridos desiertos del adiós

Las lunas implacables de la noche
resplandecen sobre las lúgubres rosas
de un efímero jardín. Ningún reproche
puede corromper las voces aladas
de los áridos desiertos del adiós.
¡La esperanza ya no habita en su Dios!
Borrara los cristales que reflejan
sus infinitos rostros; el ocaso;
los ríos interminables que dejan
el vació de la existencia a su paso.

El oscuro de Éfeso

La ciudad descansa a orillas del
mar Egeo. Donde solo quedan las
bellas ruinas moribundas de Celso.
En Éfeso la noche borra el día.
La oscuridad de sus lentos pensamientos
le permite develar el fundamento
de las cosas que habitan en los sueños.
Como su querido Río incesante,
que muestra el perpetuo cambio ante el asombro
de lo desconocido. La sustancia
es meramente una simple apariencia.
Una implacable ilusión, imposible
de percibir por el cambio tan lento.

El ocaso se asoma irresoluble

El ocaso se asoma irresoluble.
Ella se aleja, dejándome al borde
del precipicio. Sin certezas vive
el hombre, en aquel árido desierto.

Finitud

Camina por la oscura calle.
La finitud de su existencia carcome su mente.
Un extraño hombre de negro se le acerca lentamente.
Introduce su profanada mano en el gastado bolsillo.
Al observar un extraño objeto que no distingue,
por primera vez, siente el lúgubre frío de la muerte.
Se escucha aquel conocido último suspiro.
Sus perdidos ojos se abren estremecidos.

Bella flor

La bruma se extingue detrás de las luces del sol.
El todo único florece como la bella flor.
La ilusión, de la unidad desigual de los opuestos,
Queriendo convivir en la sinrazón del amor.

Aladas mariposas

Aladas mariposas danzan con la primavera.
Brillosos los anhelados corazones del día.
La efímera consumación es vestida por Hera.
El infinito fuego que calienta su piel fría.

Silencio arcaico

La lumbre fugaz, de la efímera noche,
no consigue descifrar el enigmático
acertijo. El inconsolable reproche
carcome la mente del silencio arcaico.

Fin del amor

Bajo la menguante luna hostil,
las temibles flores reposan
en el mustio y silencioso jardín.

El implacable mañana a punto de callar.
Incesantes son las sombras del engaño
de aquel premeditado soñar.

Atraviesa la tenue bruma del mar;
no busques a los tontos culpables
en la lúgubre inmensidad.

De nada sirven los restos de un amor,
cuando la desigual unidad de los amantes
ya no convive en su certero corazón.

La ortodoxa mentira esta yaciendo
en el tibio lecho de un nuevo amanecer.
Pero nada es para siempre, solo eterno devenir.

Como duele

Como duele la sinceridad de su sonrisa.
El verde colosal del parque y su suave brisa.
La finitud de su conocimiento en el reproche.
La ausencia de su presencia en la eternidad de la noche.
Como duele el silencio moribundo de la palabra.
Una simple caminata que se vuelve macabra.
El brillo desigual de la unión de los amantes.
La razón del amor con los tristes contrastes.

La inmensurable noche borra el día.

Todo es presente, el temible pasado
y lo incierto del futuro caía
sobre el finito ahora despiadado.
Es el vértigo de la incesante brisa
aplastando los rostros de un pasado
lleno de oscuros acertijos. Siento
la eterna incongruencia de los alados
demonios y el silencio de su canto.

Comentarios & Opiniones

María del Rocío

Extenso y maravillosamente bien escrito! le felicito por su excelsa pluma!

Critica: