APRENDIZ

Me enseñaste a odiarte,
a detestar lo que más quiero.

¿Porqué te quejas entonces
de que responda a tus caricias con hielo?

Viví muchos años encerrada en tu silencio,
¿Porqué te extraña que ignore tu voz
si no la conozco,
si dejé de oírla hace mucho tiempo?

No hay más maldad en mi
que la que sembró tu ausencia,
más crueldad que la que me hiciste
beber en mi destierro.

¿Qué daño puedo hacerte entonces
si soy tu creación, tu reflejo,
si proyectaste tus frustraciones,
si envenenaste los sueños?

¿Qué me reprochas,
si sólo soy la versión bizarra
de lo que esperabas de mi en tu cuento?

Si cierras las ventanas,
no puedes esperar que el sol
caliente tus aposentos.
Si te tapas los oídos,
si cierras los ojos,
no gimotees que nadie te entiende,
que el mundo te dejó abandonado.

Es tu fracaso, es tu miseria,
trágate tú solo tu propio veneno.

Me cansé de esperarte,
de ser pieza de tu interminable juego;
de curarte las alas
para que vueles a otros nidos
y a mi me olvides por completo.

¿Qué me reprochas entonces
que no sepa darte consuelo?

¿Qué me reprochas que mi boca
sepa a la amargura de otros besos?

Tú me enseñaste…

Yo, como un alumno condenado, aprendo.

Me quitaste el amor,
¿Que te extraña entonces,
que me alimente del deseo?