Ópalo traslúcido, diamante nublado

Ópalo traslúcido como la crisálida que me envuelve
como la rienda de los largos caminos
el cristal y el cuarzo son la piel de mi morada
caparazón/agua marina de olas navegantes
la arenisca lleva mi carruaje inevitablemente
seré arrastrado por la luna hasta el confín de la sombra que me asedia
seré un pozo de tinta donde se halle el plasma de una mirada
ojos que se encuentran como si fuesen las últimas puertas hacia esas palabras esféricas
y hexagonales
sentidos encapsulados en resina de roble aislado en su ámbar secreto
rostro vistiendo los días
el tiempo guarda la verdad para sí mismo
nosotros lo olvidamos casi todo
gesticulando entre las horas para encontrar algún sentido
pechos sosteniendo un pesar de huesos y temor
como si fuesen árboles maduros y extendidos
enraizados dolorosamente en un alma delgada y vidriosa
pasos acumulándose como si fuesen hereditarios y primogénitos.
El mundo externo también es una coraza complicada y demolida ya mil veces
alberga la luz que nos llega por las noches
suplantando nuestro carácter invisible
constituye lo alcanzable de un abismo
lo lejano del momento perdido e inmediato
cual pétalos sobrepuestos de una rosa silvestre
cada escalón a la muerte requiere de cuidado
cada paso dado dentro de las piedras
cada salto hacia los peces abuelos
todo está enmarcado en las interminables barras de nuestro cuerpo
diamantes nublados insertos en la retina
instrumento lector de signos que evade ser una flor de pétalos encadenados
lluvia que evade multiplicarse más allá de una sola gota.