.atardecer
En un atardecer de verano me hallaba,
perplejo por aquel pensamiento,
sucumbido por la brisa y
compartiendo un gran silencio.
No necesitaba más, que el sonido
del grillo que se encontraba en los
arbustos más lejanos sin dejar de grillar.
Y es que la brisa mecía los cascabeles
colgados a lo alto de la puerta.
Y las plantas no dejaban de danzar a su
tempo, con gracia y espasmo.
En la brisa, llegaba el olor a pino,
que se dejaba deslizar por mi nariz,
decorando así el calor de fuera y a su
vez la suerte de mi porvenir.
En la mesa se manifestaba la caída de
unas cuantas gotas frías, de un vaso
que al parecer contenía algo
con mucha frescura.
También se escuchaba la cansada radio,
a tono durmiente y temas inertes.
El tema no importaba, mientras no sobrepasase
la barrera de la calma.
Vago era el recuerdo que me quedaba,
de la tranquilidad más absoluta,
de la paz plena,
de una mirada serena.
No hay mayor placer que el de volver
al lugar donde llegases a ser algo en la vida.
Porque lo que te vio nacer te conoce bien,
y solo el sabe como cerrar una herida.
Y ahí estaba yo, tecleando sin prisa,
sintiendo la vida y viéndola pasar.
Quedando como mero espectador de lo natural,
un síndrome vacacional
en la isla más bonita.
No necesitaba más para poder pensar,
para poder aislar, para poder volar
para poder ser más.
De aquí al cielo y del cielo a Mallorca.
Javier Pineda,
Copyright©2017
Comentarios & Opiniones
Ahh precioso escrito Javier! Un gusto leerle esta mañana. Saludos
Que lindo, lleno mi interior de calma, mi imaginación se prendió y comenzó un viaje a otro lugar en donde mi alma, sintió libertad.
Javier que hermoso atardecer has ofrecido con versos de paz, armonía y hermosura, gran placer la lectura. Saludos.
Muy bueno envuelve la mente y despierta la imaginación. Todas mis estrellas.