Sin tu latido
Sin tu latido.
A modo de bárbaros inertes abatidos en la escoria,
Regresan sus fanales hacia el oscuro horizonte, recuerdos,
Y sus peanas que se inquieren y sus favores adheridos,
Poseen vahídos afables y espantos desabridos.
Las matronas adoran, espíritus que cortejan los testimonios
En la certidumbre de la selva donde el río se traiciona,
Adivinan el apego de su mocedad timorata, insensata
Y estampan en indolente monosílabo una triste promesa;
Las ajenas ensoñaciones, hueras, trotan arduas y tardas,
Como los demonios de los sueños, llenas de espantajos,
No surge el milagro de la lava, lo es del volcán, naturaleza,
La tentación no se anquilosa en la verdad, nace del sentimiento;
Y hay, veces que la luz se adhiere a la carne,
En el fatuo silente de las covachas paganas,
Te sagita en ayuda de su aterrador sonido.
¡Oh flecha, que aletargas y violas los sentimientos!
Ajenas verdades, cuyos golletes fulguran escapularios,
Suenan a soflamas, rebenques que causan heridas, sangre,
Religan en las traicioneras noches, solitud, soledad,
Del hervidero del goce al lamento del martirio.
Mujeres, a quien mi alma, condeno por vuestra causa,
¡Decid perdón!, os amo y os ruego misericordia,
Por vuestras penas sordas, vuestra insaciable sed,
Y los estuches de pasión que vuestra alma posee.
Darme muerte, o llevarme dentro, en vuestro pecho,
Arrancarme los ojos, o mostrarme vuestros senos,
Venir a mí, aferraros a mis nalgas, ávidas de mujer,
Desnudo espero, vuestro cielo, o con la muerte, el infierno.
Mujer, sin tu latido, muero...