ERÓTICA Y BRAVÍA
No me dejes sólo entre las sábanas.
No huyas de esta hoguera que engendramos.
Muero por tu boca mi Eva efímera,
por tus muslos escarpados que me engullen.
No te atrevas, ninfa de la noche impía,
abandonar mi lecho envuelto entre las llamas,
y dejarme sin tus íntimos latidos
que aún resuenan cuales ondas en el éter.
No oses escapar como una ola al viento;
respírame en mi pecho cuanto quieras,
sométeme con tu mirada inexpugnable
que se clava en mi alma hasta tocarla.
No cruces esa puerta, te lo ruego.
No me dejes hecho un resto humano,
un hombre en ruinas que rumia su deseo.
Date cuenta que tu ausencia duele.
Recuerdo anoche cómo crepitabas,
esclava de mis brazos y mis besos.
La brisa nos golpeaba sin dar tregua;
celosa, tal vez, de no tenerte.
Recuerdo anoche tus largas manos tersas,
tus pies descalzos y tu torso trémulo.
La Luna nos espiaba a través de un cristal roto;
yacía tan pálida como tus firmes senos.
Recuerdo anoche tu palpitar furioso,
mientras nos amasábamos a fuego lento.
Tu belleza me resultaba inverosímil;
quizás raptada de un poema homérico.
Recuerdo anoche el silencio que reptaba,
un silencio húmedo, erótico, mordiente.
Se escuchaba hasta la estela que dejaba
el humo que escapaba a tu cigarro.
Me oprime tu partida, el no verte cerca,
no advertir tu delicioso aroma,
no saborear tus peligrosos labios,
no sentir tu cuerpo esculpido sobre el mío.
Déjame explorar tu silueta lentamente,
y descubrir en ella el fruto prohibido,
la perla oculta en el fondo de tu sexo;
el santo grial que explique mi herejía.
Déjame leer el misterio de tus ojos,
que se revelan como faros sibilinos,
impenetrables, inyectados de lujuria,
de un fuego abrasador que hiere mis sentidos.
Déjame saberme tu señor una vez más:
regálame una noche indestructible
que se escriba sobre el mármol de los tiempos,
y así tu ser se talle en mi memoria.
¿Qué me dices entonces?, musa caprichosa
¿Aceptas el trato que te ofrezco?
Permíteme extraviarme en tu hermosura.
Y a cambio te otorgaré el indulto que deseas.
¡Qué insensato soy al querer beber de ti!,
de tus flujos nebulosos que me aherrojan.
Y quién soy para librarme de tu yugo,
si las cadenas que me atan a tus carnes
fungen raudas como alas libertarias,
que me han de emancipar de mi tormento.
Sí. Lo sé.
Apenas te conocí ayer en aquel antro.
Vi tu silueta centelleante en la penumbra:
la jauría te comía con los ojos.
Vi el rojo de tus prendas vaporosas
que abrían las puertas al pecado.
Vi flamear tu cuerpo exuberante,
al ritmo de una balada en otro idioma.
Tu sonrisa de oro surcó hasta mis pupilas.
Y luego te sentaste en mi regazo,
y brindamos con whisky de altas tierras,
y después pagué el impuesto a tus favores.
Ya sabes, pues, el destino de esta empresa:
quiero sentir tu aliento a flor de loto,
saberte exquisita, mínima, pagana,
como el agua que flagela a la gran peña.
Quiero que expreses, !ay!, tu hambre loca,
que tus hormonas hiervan en el caos,
pero esta vez no tiendas tu sutil mano,
reclamando la paga por tus dotes.
Música: Por una cabeza (instrumental), de Carlos Gardel
Comentarios & Opiniones
Efímero momento que prenda el alma del ser que comparte la amalgama de amar. Bella estructura. Mis felicitaciones. Saludos
Excelentes imágenes de amor y sexo nos presentas, gran escrito, un placer pasar. Saludos.
No hay palabras que puedan describir mi asombro ante esta creacion,magnanima, impoluta, celebre, de un nivel y categoria superior. Aplausos, felicidades y un fuerte abrazo.
Tremendo súper hermoso! Tiene de todo me ha encantado!!! ENHORABUENA BRAVOOO
Intenso, precioso. Saludos poeta
Muchas gracias a todos por sus palabras. Los saludo en la distancia.
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