Sempiterno

poema de Empty

Soy una historia incompleta, un capítulo roto por la mitad, cuyo amor y bondad ahora son inexistentes.
El amor fue mi pecado, o la falta de este.
Hacia tantos, pero principalmente hacia mí.
Me pregunto con melancolía si fue la vida quien se llevó mi alegría.
Me cuestiono con serenidad si fueron mis manos las que me quebraron en llantos.
Me miro, y no miro a nadie, no queda nada, no me queda nada de lo que creía ser.
El destino, la vida, la muerte y el tiempo son una especie de sustancia espesa que ligeramente percibo.
Ese estado constante de atención hacia lo intangible me convierte en una nada.
Aún así me siento siempre perturbado, como una operación matemática sin respuesta, como una pieza faltante en un inmenso rompecabezas.
Me he perdido en el pasado mil veces, mil vidas, esa tortura nunca acaba, nunca es suficiente.
Estoy solo, cual estrella sin vida rondando en el vacío, en aquella nada donde la muerte absoluta me espera, me ciega y tantas veces me seduce.
Ya no existe propósito, voluntad, poder de mí mismo sobre mí, me entrego a la supervivencia cual lobo perdido en el frío, cual ave cuyo canto ya no es escuchado.
Y en medio de esa neblina existencial, solo me quedan mis pecados, mis dolores, la risa más emocional se ha ido, el abrazo más sincero no existe, el sentimiento más natural es nulo, la vida... Es un problema que no entiendo.
Me he quedado sin nada, en medio de todo escasamente sé quién soy, cuáles factores son determinantes para valorar poco a poco mi existencia, o lo que queda de ella... Me pregunto si realmente soy el protagonista de alguna historia, o si en la eternidad del tiempo y la muerte solo soy una estadística más, fui el único que podía destruirme, y así lo hice, me entrego a los vicios, placeres físicos o biológicos, solo para sentir que hay algo por sentir, algo más que solo una lágrima en mi rostro...
Muerte, querida muerte, me seduces, te persigo, me quisiste hacer tuyo en el pasado, pero aún está lejos nuestro encuentro.
Vida, difícil vida, me condenas a lo cotidiano, me recompensas a tan largos plazos con escasos momentos dónde pocas son las cosas que me conmueven, aún no te entiendo, aún no te acepto.
Tiempo, eterno tiempo, eres el más cruel cuando me aferro a lo que ya me haz entregado y no ha vuelto, eres compasivo cuando pareces detenerte y aprecio lo que me entregas, pero eres absoluto cuando parece que te veo, te vas, me abandonas, y solo veo todo pasar, suceder sin más, existir en distintas sintonías.

He perdido, me he apagado, he buscado la muerte, preguntado por la vida, y perdido de vista el tiempo, me quedo yo, me pierdo, me tengo de nuevo, me aferro con dolor, me busco con pasión... Pero al final del día, en las tenebrosas tinieblas de mi ser, me encuentro conmigo, me veo... Y sigo sin saber nada, aún así, me relaciono esporádicamente con otros, solo para silenciosamente gritar "yo existo, yo estoy aquí, mírenme, sean testigos de mi existencia".