No te odies

La vida de la juventud temprana es una explosión de rubor hermoso, llenando el espacio donde Dios habita. Compartiendo el toque de las manos, la simplicidad de acariciarnos, y la tranquila observación de quienes contemplan inmutables las líneas que coloran la locura de los ojos.
Caminos han sido mi vida, tránsitos dentro de la rueda más sagrada, eterno retorno a las cartas de mi nebulosa fundación, comprimiendo las aguas y el espíritu líquido que posesiona la maquina arcillosa de mi cuerpo. Un grito; las ventanas escurriendo, la marcha que me separa de los brazos fríos y débiles con los que la lánguida muchacha acogía al hijo que jamás conocerá, y el despertar continuo en medio de la aldea innombrable.
Cuando camines por entre las estepas reprimidas mira la señal de tu mano y piensa, ¿Es el destino, la interpretación antojadiza de los patriarcas?, y de ser así, ¿Quién es el amo de tú pensamiento?, Recuerda que no florecerán tus angustias hasta el final de la primavera que traen los héroes, y con ellos vendrá también el fin de las acciones que te consumen, esos hechos que te apartan de la razón, susurrando en tus manos el fin y la ausencia de toda sensación, la entrega al vacío de la onceaba habitación, la recamara donde se distribuye la sangre y el mundo que separa a los niños de los Anarcomagos.