La mujer Barbie

A una mujer Barbie,

En tiempos de derrota sin igual, se esconde detrás de la ventana una cabeza pensante, quizá un poco rumiante, que no deja de pensar en la salida a todos sus desvelos y resquicios.

A través de la ventana se asoma el sol sonriente, del que yo misma me encuentro presa, al igual que me encuentro in extensa de las tristezas que me proporcionan con tus avances.

Atónita ante tal escándalo, mi corazón solo puede tener alas para pensar e imaginarse un mundo en el que solo pueda reinar la paz y la armonía.

A pesar de tus llamadas a deshora, tus berrinches pueriles y tus lamentos sobre tus dolores en el alma y en otros sitios, no veo nada en ti que pueda ser provecho de divertimento sincero o de conversación amena.

Enséñame esa parte de ti que él reclama, pues no veo nada y por mucho que me limpie las gafas, lo veo todo tal y como tú lo dejas.

Muestra ese lado femenino que envuelve a las mismísimas nubes, esa sensatez calmada que caracteriza a las féminas que quieren alcanzar el éxito sin pensar solo en ellas mismas, pues el arte del compartir y del entendimiento mutuo es la cara misma del éxito con el otro.

No hables en el teléfono de cosas mundanas, ¿no ves que yo ya tengo una edad no tan temprana? enséñame tus dientes de lucha, tus ansias de victoria justa, no tus derrotas por causas ajenas y esperpénticas que nada tienen que ver con la realidad que lleva a un camino sólido.

La barbie que llevas dentro debe crecer y dejar la cuna, debe mirar hacia un nuevo amanecer y dejar de decir las tonterías en las que te reafirmas cada día. No me gustaría que los hombres te quisieran por tus corsés y ligueros que les enseñas, sino por la capacidad e intención de superación que caracteriza a toda mujer del siglo presente.

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