Sionismo

Escribo con los ojos cerrados,
y los que callan son buitres carroñeros.
Cien palestinos despedazados, y los colmillos
de chacal duermen satisfechos. Niños
despedazados y derretidos en el fuego.
¡Oh! Pero el chacal es benigno, ama a sus crías
y la tierra que lo habita.
El sionista despedaza con cuchillos
y habla como una marmota avariciosa, sin sentimiento,
como un lobo sediento de sangre.
Espera en la noche para tragar su cruel ocaso.
No, el lobo vierte vida a su alrededor,
la marmota conoce bien su procedencia.
Es el sionista que se agacha y tiembla,
la vergüenza lo persigue
y sus crímenes son tantos que
tendremos que enterrar esa ideología
sin semilla, en un volcán
que no duerma, que
vierta justicia sobre las
tierras palestinas.
¡Malditos seáis! Que el olvido
de lo que sois se haga mar de
adivinanzas y tardes
de sueño, porque no hay más
fruto que enterrar que
esa cobardía.
Ni chacal, ni marmota, ni hiena,
lobo o buitre amanecen oliendo
a muerte, olfateando a sus víctimas.