La Verdad y La Mentira
por Yonathan Vargas
Domingo, 29 de junio de 2025
En su mundo estaba ella,
un mundo normal como el de cualquiera,
sin dejarse llevar por lo exterior,
porque sus ojos estaban abiertos al bienestar.
Todo lo veía
sin dejarse tocar por lo que la rodeaba.
Entonces su cuerpo,
interior y exterior,
era luz que no se apagaba,
igual que un ardor constante.
Si alguna llama oscura del exterior pasaba,
moría por el sobreesplandor de su fulgor interno.
Pero en cierto momento,
sus ojos medio se cerraron...
y entonces ocurrió:
lo de afuera entró.
No totalmente,
solo una parte ocupó su espacio interior.
Pero como su llama interna era más fuerte,
y su naturaleza era amor,
éste reapareció.
Ocupó nuevamente todo el espacio
que antes había sido invadido,
y así difuminó lo que antes entró.
Volvió a abrir los ojos,
y ya nunca más los cerró.
Mirando a su alrededor,
prosiguió absorbiendo
lo que antes ya había absorbido,
siendo ahora más sabia,
más inteligente,
para obtener la verdad del amor
que nunca rechazó.
Se volvió fulgor,
y eligió otra vida:
la del amor
que la llevó a otra dimensión.
Desde allí vio el horizonte
más allá del exterior,
donde el arte
estaba en su belleza
y en su interior.
Y así,
nos sentimos mejor.